La revista Cretaceous Research publica este mes un artículo del investigador colaborador del ICP Albert García Sellés en el que se describen cuatro nuevas especies de huevos de dinosaurios del yacimiento de Coll de Nargó (Lleida) y que demuestra que distintos tipos de dinosaurios compartieron esta zona de nidificación . El hallazgo también ha permitido describir la presencia del oogénero Cairanoolithus por primera vez en la Península Ibérica y ha contribuido a determinar con mayor precisión la edad del yacimiento.
El yacimiento de Coll de Nargó se encuentra a unos 8 kilómetros al oeste de la localidad que lleva el mismo nombre en la Provincia de Lleida y es una de las áreas de nidificación de dinosaurios más importantes de Europa. En él se han identificado miles de huevos de dinosaurios del Cretácico Superior, cáscaras y nidos atribuidos a dinosaurios saurópodos que habitaron esta zona hace unos 70 millones de años, poco antes de su extinción en todo el planeta, hace unos 66 millones de años.
En el trabajo publicado en el ejemplar de marzo de la revista Cretaceous Research, el investigador colaborador delInstitut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, Albert G. Sellés, con la colaboración de Ángel Galobart, Responsable del Grupo de Faunas del Mesozoico del ICP e investigadores de la Universitat de Barcelona y del Instituto Geológico y Minero de España, describe por primera vez y de forma detallada el registro de huevos fósiles en este yacimiento en el que hasta la fecha solo se había reconocido un tipo de huevo de dinosaurio: Megaloolithus siruguei.
Tras analizar más de 25 estratos a lo largo de la Formación Tremp (una de las formaciones geológicas presentes en esta zona), los investigadores han identificado un mínimo de cuatro tipos distintos de huevos, también conocidos como ooespecies: Cairanoolithus roussetensis, Megaloolithus aureliensis, Megaloolithus siruguei y Megaloolithus baghensis. Algunas de estas ooespecies se han encontrado en el mismo nivel geológico lo que indica que distintos tipos de dinosaurios coexistieron en el tiempo en esta zona de nidificación.
Los paleontólogos utilizan el concepto de ooespecie para identificar y clasificar distintos tipos de huevos. El contenido del huevo rara vez se conserva en el registro fósil, por lo que resulta muy difícil saber a qué especie adulta corresponde cada ooespecie. Lo que sí que se ha podido determinar gracias a estudios anteriores es que dentro huevos del oogénero Megaloolithus se han encontrado embriones de titanosaurio, un grupo de dinosaurios saurópodos del que se han encontrado restos de huesos y huellas a lo largo del Pirineo.
El estudio también ha determinado la presencia de Cairanoolithus por primera vez en la Península Ibérica, un tipo de huevo que solo se conocía en el sur de Francia. Este hallazgo constituye una nueva prueba de la conexión entre las faunas de dinosaurios de Francia y la Península Ibérica hace unos 70 millones de años.
Los huevos como marcadores cronológicos
Uno de los principales problemas que se encuentran los paleontólogos es el de poder datar con precisión los yacimientos fósiles. En los sedimentos de tipo marino, un método de datación es mediante “fósiles guía” o “biocronomarcadores”, pero su presencia en los yacimientos terrestres es escasa. Se ha demostrado que los distintos tipos de huevos (ooespecies) ocurren en intervalos de tiempo muy concretos, lo que permite creas escalas biocronológicas con capacidad de datación precisa. Gracias al hallazgo de Coll de Nargó, se ha podido establecer que sus diversos afloramientos o yacimientos comprenden una edad entre 71 y 67 millones de años.
Algunas de las incógnitas que todavía quedan por resolver sobre la reproducción de los dinosaurios, y que actualmente son un reto de investigación para el Grup de Recerca del Mesozoic del ICP, es comprender como animales de tan enorme tamaño (los titanosaurios que habitaron en esta zona podían llegar a medir hasta 15 metros de largo) podían depositar los huevos en sus nidos. Las incógnitas surgen tanto por la dificultad de conocer la capacidad de flexión de su parte trasera, como para conocer la altura máxima de caída que podía soportar un huevo de dinosaurio sin romperse.
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