Crónicas internacionales: Marc Furió desde Georgia

16 Nov 2011
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Marc Furió a Georgia.

A pesar que muchas de las excavaciones ens las que el ICP ha participado este año son en Catalunya, también hemos colaborado en excavaciones muy lejos de casa. Una de estas nos la cuenta Marc Furió, miembro del Grupo de investigación de Faunas del Neógeno y Cuaternario. Marc, desde hace ya muchos años, viaja todos los veranos a Georgia para participar en las excavaciones de Dmanisi. Todo empezó con las investigaciones de su tesis, lamusaraña venenosa, Beremendia fissidens. Y desde entonces, ahí sigue, a la caza de las musarañas en Georgia.

 

Marc Furió

Una carretera llena de baches me separa de la capital de Georgia, Tbilisi, hasta mi destino anual, Dmanisi. Unos 60 kilómetros a recorrer en algo más de una hora. El pequeño pueblo de Dmanisi está al sur del país, a sólo unos pocos kilómetros de la frontera con Armenia. ‘Patara Dmanisi’ (“pequeña Dmanisi”, para diferenciarla de ‘Didi Dmanisi’, villa colindante mucho más grande) es mundialmente conocida entre los paleoantropólogos por haber proporcionado los restos fósiles más antiguos de homínidos conocidos fuera del continente africano. Cuatro cráneos, cinco mandíbulas y varios restos esqueléticos poscraneales, testifican que a pesar de su (todavía) pequeño cerebro, los homínidos de hace 1.800.000 años ya eran bastante intrépidos como para aventurarse a conquistar tierras forasteras. Yo no voy en busca de restos de homínidos, sino en busca de restos de pequeños mamíferos, principalmente musarañas.

Llego al campamento, una casa de madera pintada de un característico color verde. Quiero bajar de la furgoneta para saludar a los componentes del equipo que he ido conociendo a lo largo de las 8 campañas en las que he participado, desde que la Fundación Duques de Soria comenzó con su programa de cooperación entre España y Georgia. Desde 2003, primer año de mi experiencia georgiana, sólo he faltado a mi cita en 2009, debido a los inconvenientes logísticos que había provocado la guerra con Rusia un año antes. Como siempre, caras nuevas y viejos amigos. La hospitalidad georgiana es tan reconocida como los mismos homínidos fósiles de Dmanisi.

Este año, junto a Jordi Agustí y Oriol Oms, tengo un reto triple: lavar los sedimentos en busca de restos fósiles aislados de micromamíferos, intentar encontrar restos más completos de estos animales en la misma excavación, y ayudar a Giorgi, un alumno georgiano que está estudiando las galerías fósiles dejadas por los roedores, muy características en este yacimiento. Los diez días de trabajo que tengo por delante deberían llegar –aunque justo- para dejar terminadas las tres cosas, eso sí, si la suerte acompaña un poco. No nos engañemos: la paleontología pide trabajo constante, pero hay que condimentarla con su dosis de azar pertinente. Sólo así adquiere su peculiar y atractivo sabor.

 

Imatge de Dmanisi, on es veuen les galeries fòssils deixades pels rosegadors. Marc Furió. ICP

Milagrosamente, el azar hace acto de presencia a poco de llegar. Habiendo lavado parte del sedimento que se acumulaba como residuo de la excavación “convencional”, me dispongo a seleccionarlo. Cuento con la colaboración de varios estudiantes georgianos y norteamericanos, que con paciencia y siempre acompañados de sus Mp3’s (o equivalentes), van separando todo aquello que les resulta diferente a un grano de arena convencional. Uno a uno, me vienen a preguntar cada vez que encuentran algo extraño. Durante el primer día de selección han aparecido unos 5 dientes de roedor. En otros yacimientos esto sería poco, pero en Dmanisi es todo un récord. Estos dientes están destinados a dar detalles sobre la composición faunística del yacimiento, y más adelante, a precisar la edad y las condiciones ecológicas durante el momento de deposición, dos variables muy preciadas para determinar en qué condiciones se movían los primeros homínidos del continente euroasiático.

Pero aquí no acaba la suerte. Al día siguiente, uno de los excavadores más veteranos Philip Rightmire encuentra los restos esqueléticos casi completos de un pequeño roedor, aparentemente sepultado en una de las galerías fósiles que tiene que estudiar Giorgi. ¡Perfecto, ya tenemos un principal sospechoso de haber excavado estos túneles! Y no sólo eso: los restos, que permitirán hacer una estimación de la medida de esta especie, van acompañadas de otro individuo más pequeño; ¿quizás una cría? Los estudios de laboratorio posteriores darán más información sobre esta posibilidad, pero en cualquier caso, el hallazgo es bastante excitante. Parece una buena manera de demostrar que estas cavidades se usaban realmente como madrigueras. Hay que dar gracias a la experiencia de nuestro reconocido excavador. A cualquier otro, huesos tan pequeños habrían pasado desapercibidos.

Otros hallazgos parecidos a estos últimos se van sucediendo los siguientes días. No sé por qué, pero tengo la sensación de haber pinchado la “bolsa” de petróleo. Empiezan a salir fósiles de pequeños mamíferos en relativa gran cantidad. Esto proporcionará material que tendrá que ser estudiado meticulosamente durante los próximos meses. Y a pesar de todo, mi felicidad no es completa; me encantan los pequeños mamíferos, pero todo lo que encontramos en Dmanisi son siempre roedores, y a mí lo que me gustan son los insectívoros.

 

Imatge de restes fòssils del petit rosegador i del quadern de camp. Marc Furió.ICP

¿Siempre? ¡No! A un día y medio de abandonar las excavaciones, Zach, un joven estadounidense, se acerca a mí apenas llegar de la excavación con una bolsa diciendo: “Marc, could you teld me what is this...?” (Marc, ¿me podrías decir qué es esto?); ¡no me lo puedo creer! Una estilizada y completa mandíbula llena de dientes rojizos certifica que no sólo los roedores vivieron felices en Dmanisi rodeados de hienas, avestruces, homínidos, guepardos y pikas: ¡las musarañas también tuvieron su rincón ecológico! Y si no me equivoco, esta en concreto tiene cosas importantes que decir. Ya habíamos encontrado antes restos de musaraña, pero esta pequeña mandíbula de poco más de un centímetro de largo es realmente peculiar. Sólo necesito el tiempo y las herramientas necesarias para demostrarlo. Desgraciadamente, se acaba el tiempo para hacer trabajo de campo. Toca volver a casa, y empezar a planear el estudio de estas y otras muchas pequeñas criaturas extinguidas. Cuando tenga los resultados volveré a escribir. ¡Hasta pronto!

Last modified on Viernes, 06 Marzo 2015 16:28
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