En un estudio reciente publicado en el Journal of Anatomy Richard Abel, delImperial College de Londres, y Gabriele Macho, del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont, muestran cómo la orientación trabecular en el hueso ilíaco puede ayudar a entender el comportamiento posicional y locomotor de las especies.
Podríamos haberlo adivinado sólo mirando la pelvis. De hecho, los restos fósiles de huesos ilíacos de homínidos, el más grande de los huesos de la pelvis, han proporcionado durante mucho tiempo pruebas de la locomoción bípeda de nuestros primeros antepasados. La forma de nuestros huesos ilíacos y la disposición de sus paquetes trabecularesinternos están –en gran parte- determinados genéticamente, según los resultados del artículo publicado recientemente "Ontogenetic changes in the internal and external morphology of the ilium in modern humans", que presenta una investigación basada en 73 huesos ilíacos de humanos modernos. Pero hay una vuelta de tuerca.
La pelvis sufre importantes remodelaciones a lo largo de la ontogenia y en la edad adulta: la forma del hueso ilíaco y su orientación trabecular interna están predeterminadas y se desarrollan sincrónicamente hasta la adolescencia, a pesar de que hay cambios importantes en los patrones de locomoción en todo el desarrollo: desde el gateo a hasta el desplazamiento bípedo plenamente competente. En el inicio de la pubertad, sin embargo, el crecimiento de las dimensiones externas del hueso disminuye y eventualmente cesa, mientras que el de las estructuras internas continúa.
La adolescencia se caracteriza por un aumento de masa muscular y grasa corporal, estos cambios ocurren principalmente después de que el crecimiento lineal se ha detenido. Inevitablemente, estos cambios en la masa corporal y las proporciones afectarán la forma en que se carga la pelvis tanto de pie como en la locomoción. Para adaptarse a estas nuevas demandas en el hueso ilíaco, que ya ha alcanzado su forma adulta, las estructuras internas trabeculares, como el grosor y espaciado, se modifican y los paquetes se reorganizan en relación con puntos de referencia externos.
Así, aunque la definición temprana de los puntales trabeculares en el hueso ilíaco son propios de cada especie, su potencial de crecimiento extendido y de realineamiento más adelante en la vida puede contener información importante para la reconstrucción del comportamiento posicional y locomotor de los huesos de adultos; inferencias a partir de la forma externa del hueso pueden ser más limitadas debido a las restricciones del desarrollo. Si se confirma, un conocimiento más amplio de los orígenes y (re)modelado de los puntales trabeculares que complementa los conocimientos actuales basados en la forma externa de la pelvis, impulsará nuestras interpretaciones del comportamiento posicional y locomotor de especies extintas.